No hay segunda

A tantos de tantos del dos mil tantos

Cumple 35 años un programa de televisión que no nos podíamos perder, presentado por Paco Costas, nos dejaba a los niños que nos gustaban los coches  algo más que entusiasmados, era  lo más comentado en el colegio al día siguiente.  El titulo “La segunda oportunidad”   con su  enorme roca  de 16 toneladas como protagonista,  nadie que lo vio  en su día ha podido olvidar.

Alguno de estos programas, trafico lo tendría que recuperar de hemeroteca y mostrárselo a más de cuatro conductores que siguen pensando que son Emerson Fitipaldi . Enseñanzas, para educar  y concienciar que los coches tiene un peligro tan solo con arrancar.



Se podría pensar que el vehículo lleva un sistema maléfico que se trasmite a nuestro cerebro a través del volante y nos hace cambiar el chip convirtiéndonos en verdaderos orcos, que solo saben hablar improperios e insultos al resto de conductores.  Se nos acaba la paciencia y perdemos hasta el sentido del tiempo. No entendemos las circunstancias que nos rodean o pero aun no queremos entender.


El querer  llegar con rapidez a nuestro destino, no es tan  ser simple como nos gustaría  tenemos que tener en cuenta al resto que también quieren llegar al trabajo o llevar a los niños al colegio  que coincide con la hora en la que la mayoría de nosotros entra a trabajar, lo que se convierte en hora punta.

Las soluciones pueden ser varias, la más clara es tener paciencia o salir unos minutos antes de lo que lo hacemos normalmente y asegurarnos la llegada con cierta antelación.

Con lo fácil es que es  cumplir las normas y tener paciencia,  vamos a llegar igual,  si tardamos  un minuto   más  no será  ningún problema, al contrario puede ser un tiempo  que nos da esa  tranquilidad para afrontar el día,  lo mismo es más complicado que un simple desplazamiento. 

Las acciones incívicas que tenemos en la conducción muchas veces son incomprensible e ilógicas, mas que nada por  que si podemos abrir una puerta para que pase alguien, pero en un atasco no cedemos el paso.

Trasmitimos mal rollo, con esos gestos tan característicos y esas voces. A ver si de una vez por todas que vamos dentro de un habitáculo con la música alta, el ruido de  los vehículos, el otro conductor en el suyo, con la suma de las dos partes ¿piensas verdaderamente que te escucha?

Deja de cabrearte por la mañana temprano por nada, conduce con tranquilidad y con paciencia, si al final vamos a llegar igual.

La segunda oportunidad puede  que  no llegue, es mucho el riesgo para saber si esta existe, no hay segunda, y lo más gracioso de todo es que lo podemos aplicar para todos los ámbitos de la vida.    No hay segunda.


Haí lo dejo. Si por casualidad alguna vez de lo que os cuento, escribo, comento, informo, difundo, traslado no os gusta, os diría que lo siento, pero no es verdad, es lo que pienso

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